Evangelio de hoy
- Jaime Rodriguez
- 16 sept
- 2 Min. de lectura
Jesús en Naín resucita al hijo único de una viuda. Conmovido, le dice: "No llores". El joven revive y todos glorifican a Dios al reconocer su poder.

Jesús devuelve la vida al hijo de una viuda en Naín
Naín, Galilea — Una multitud fue testigo de un hecho extraordinario cuando Jesús de Nazaret interrumpió un cortejo fúnebre en las puertas de esta ciudad y devolvió la vida al hijo único de una viuda. El suceso, cargado de conmoción y esperanza, ha comenzado a difundirse rápidamente por toda Judea y la región circundante.
Según relatan testigos, Jesús se encontró con la procesión mientras ingresaba a Naín acompañado de sus discípulos y un gran número de seguidores. Al observar a la madre desconsolada, quien había perdido a su único hijo y no tenía más sustento, el nazareno se conmovió profundamente y se acercó a consolarla. “No llores”, le dijo con ternura.
En un gesto que sorprendió a todos, Jesús se acercó al féretro, lo tocó y pronunció las palabras: “¡Muchacho, a ti te digo, levántate!”. Para asombro de los presentes, el joven se incorporó de inmediato y comenzó a hablar, siendo entregado de nuevo a su madre entre lágrimas de alegría y exclamaciones de fe.
El acontecimiento dejó a la multitud sobrecogida por el temor y la admiración. Muchos proclamaron: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros” y “Dios ha visitado a su pueblo”. La noticia de este milagro se ha expandido con rapidez, fortaleciendo la convicción entre sus seguidores de que la misión de Jesús es un signo de la cercanía divina.
Con este gesto, el nazareno reafirma su mensaje de compasión y esperanza, especialmente hacia los más vulnerables, como las viudas y los huérfanos, mostrando que la fe y la misericordia son pilares de su enseñanza.












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