Evangelio del día
- Jaime Rodriguez
- 14 oct
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Jesús reprende a los fariseos por preocuparse solo por la pureza exterior y olvidar la limpieza interior del corazón. Enseña que la verdadera pureza proviene de la generosidad y el amor.

Evangelio según San Lucas 11, 37-41
“Dad limosna, y lo tendréis limpio todo.”
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.
El fariseo, al verlo, se sorprendió porque no se había lavado las manos antes de comer.
Entonces el Señor le dijo:
“Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, pero por dentro estáis llenos de rapiña y maldad.
¡Necios! ¿Acaso el que hizo lo de fuera no hizo también lo de dentro?
Dad, pues, limosna de lo que hay dentro, y así todo quedará limpio para vosotros.”
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión breve:
Jesús nos recuerda que la verdadera pureza no proviene de los rituales externos, sino del corazón. No basta con aparentar rectitud; la limpieza interior se demuestra con la generosidad, la justicia y la compasión hacia los demás. La limosna que agrada a Dios no es solo material, sino la entrega sincera del corazón purificado por el amor.












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