Evangelio del día

Jesús alaba al Padre por revelar su sabiduría a los sencillos y ofrece descanso a los cansados: su yugo es suave y su carga ligera.

Jesús invita a los cansados a encontrar descanso en su humildad y mansedumbre

Jerusalén, siglo I d.C. — En un nuevo discurso ante sus discípulos y seguidores, Jesús de Nazaret pronunció palabras que resaltan la sencillez, la humildad y la confianza en Dios como camino hacia la paz interior. En su enseñanza, registrada en el Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30), el maestro agradeció al Padre por revelar la verdad divina no a los sabios ni a los entendidos, sino a los sencillos y pequeños de corazón.

“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a los pequeños”, expresó Jesús, destacando que el conocimiento verdadero de Dios proviene de la apertura y la humildad, no de la erudición o el poder.

El mensaje central del discurso invita al descanso espiritual y a la confianza en su guía: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”. Con estas palabras, Jesús ofreció consuelo a quienes enfrentan las cargas de la vida, proponiendo un “yugo llevadero” y una “carga ligera” para quienes aprendan de su mansedumbre.

El pasaje, considerado uno de los más consoladores del Evangelio, subraya la imagen de Cristo como maestro compasivo, que no impone sino que acompaña. Su llamado a aprender de su corazón manso y humilde se interpreta como una invitación universal al descanso del alma, basado en la confianza, la sencillez y la fe en el amor de Dios.

En la tradición cristiana, estas palabras son vistas como una promesa de alivio para quienes buscan en la fe una respuesta al cansancio y la carga del mundo. La mansedumbre y la humildad de Jesús se presentan, así, no como debilidad, sino como fuerza espiritual que renueva y pacifica el corazón humano.