Evangelio del día
- Jaime Rodriguez
- 17 oct
- 2 Min. de lectura
Jesús llama a no temer a los hombres, sino a confiar en Dios que todo lo ve y cuida de cada uno. Nada queda oculto ante Él y hasta los cabellos están contados.

Evangelio según san Lucas 12, 1-7
“Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados”
En este pasaje, Jesús se encuentra rodeado por una multitud que “se agolpaba por miles”. Sin embargo, antes de hablar al pueblo, se dirige a sus discípulos con una advertencia clara: “Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.” Con esta metáfora, el Maestro desenmascara la falsedad de quienes aparentan justicia exterior mientras esconden la verdad en su interior.
Jesús les recuerda que nada oculto permanecerá en secreto: toda palabra o acción, por más discreta que parezca, será revelada. La autenticidad, por tanto, se convierte en un valor esencial del discipulado.
Luego, invita a sus seguidores a vencer el miedo: “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.” En cambio, los exhorta a temer a quien puede condenar el alma, es decir, a tener conciencia de la responsabilidad moral y eterna de cada acto.
Pero el mensaje no es de terror, sino de confianza. Jesús consuela y fortalece a los suyos recordándoles cuánto los valora Dios: ni un gorrión, vendido por unas monedas, pasa desapercibido ante Él. Si el Creador cuida de cada criatura, cuánto más cuidará de quienes lo aman.
“Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados”, afirma, mostrando un amor providente y detallado. Este versículo resume la profunda ternura divina: somos completamente conocidos, valorados y acompañados por Dios, incluso en lo más mínimo.
Así, el evangelio de hoy nos invita a vivir sin hipocresía, sin miedo y con plena confianza en el amor de un Dios que no olvida a ninguno de sus hijos.
Reflexión:El discípulo auténtico no teme ser transparente, porque sabe que vive bajo la mirada amorosa del Padre. Su valor no depende del juicio humano, sino de la certeza de ser amado y cuidado por Dios.
Palabra del Señor.












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