Evangelio del día
- Jaime Rodriguez
- 12 nov
- 1 Min. de lectura
Diez leprosos son sanados por Jesús, pero solo uno, un samaritano, regresa para agradecerle. Jesús le dice: “Tu fe te ha salvado”. Una enseñanza sobre la gratitud y la fe sincera que reconoce la obra de Dios.

Reflexión del Evangelio (Lc 17, 11-19)
En este pasaje, Jesús sana a diez leprosos, pero solo uno de ellos —un samaritano, considerado extranjero y marginado por los judíos— regresa para agradecer y dar gloria a Dios. La escena pone de relieve el valor de la gratitud como expresión de fe verdadera.
Los diez pidieron compasión y fueron escuchados, pero solo uno entendió que el milagro no terminaba en la curación física, sino en el encuentro con el Salvador. Su acción de volver y postrarse ante Jesús revela que la fe no se limita a recibir, sino que se perfecciona en reconocer el don y al Dador.
El contraste entre los nueve que siguieron su camino y el único agradecido es un llamado a examinar nuestra actitud ante las bendiciones diarias. ¿Reconocemos la mano de Dios en nuestra vida o damos por hecho su misericordia?
Jesús no solo celebra la gratitud del samaritano, sino que la eleva a signo de salvación: “Tu fe te ha salvado”. Con ello, enseña que la fe agradecida abre el corazón a la gracia más profunda: la comunión con Dios.
Este Evangelio nos invita a redescubrir el poder del agradecimiento. No basta con pedir milagros; es preciso volver a Jesús con humildad y gratitud, pues solo así nuestra fe se convierte en encuentro transformador y fuente de vida nueva.












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