Evangelio del día
- Jaime Rodriguez
- 3 oct
- 1 Min. de lectura
Jesús reprocha a Corozaín, Betsaida y Cafarnaún por no convertirse pese a los milagros. Quien rechaza a Cristo, rechaza al Padre que lo envió.

El Evangelio del día recuerda la responsabilidad de acoger el mensaje de Cristo
Este viernes, la liturgia católica presenta el Evangelio según san Lucas (10, 13-16), en el que Jesús dirige una dura advertencia a las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaún por su falta de conversión a pesar de los milagros presenciados.
En su mensaje, Jesús subraya que si en las ciudades paganas de Tiro y Sidón se hubieran realizado los mismos prodigios, sus habitantes ya se habrían arrepentido “vestidos de sayal y sentados en la ceniza”. Frente a esa indiferencia, advierte que el juicio será más severo para quienes rechazaron la evidencia de la fe.
A Cafarnaún, ciudad que había sido testigo directo de muchas de sus obras, Jesús le reprocha su soberbia y le anuncia que no se elevará, sino que descenderá “al abismo”.
Finalmente, el pasaje concluye con una enseñanza central de la misión apostólica: “Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”.
Con este Evangelio, la Iglesia invita a la reflexión sobre la responsabilidad personal frente al mensaje cristiano: escuchar a los enviados de Cristo es escuchar al mismo Dios, mientras que rechazar su voz equivale a rechazar al Creador.












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