Salmo del día
- Jaime Rodriguez
- 17 nov
- 2 Min. de lectura
Israel sufre la persecución de Antíoco Epífanes, quien impone prácticas paganas, destruye la Ley y obliga a abandonar la alianza. Muchos resisten fieles a Dios, prefiriendo morir antes que profanarse. El salmo pide fuerza para guardar los mandatos.

Lecturas del día: un pueblo bajo presión y la fidelidad que salva
En la liturgia de este lunes 17 de noviembre, memoria obligatoria de Santa Isabel de Hungría, la Primera Lectura del libro de los Macabeos ofrece un retrato dramático de uno de los periodos más oscuros de Israel: la imposición cultural y religiosa bajo el dominio del rey Antíoco Epífanes.
El pasaje (1 M 1, 10-15.41-43.54-57.62.64) describe cómo, tras subir al poder, Antíoco decretó una política de uniformidad que obligaba a abandonar la identidad judía, prohibiendo sus prácticas religiosas y forzando a adoptar costumbres paganas. Algunos israelitas, seducidos por la aparente modernidad y el temor a la marginación, aceptaron el pacto y se unieron a los gentiles, incluso construyendo en Jerusalén un gimnasio, símbolo de la cultura helenista.
La lectura narra también la persecución abierta: libros de la Ley quemados, fieles ejecutados por conservarlos, y la erección de un altar sacrílego en el templo. Sin embargo, en medio del caos, muchos israelitas resistieron con valentía: prefirieron la muerte antes que quebrantar la alianza, subrayando uno de los actos de fidelidad más emblemáticos del Antiguo Testamento.
El salmo responsorial (Sal 118) responde a este contexto de persecución con un clamor que se convierte en declaración de principios:
“Dame vida, Señor, para que observe tus decretos.”
El salmista expresa indignación ante quienes abandonan la Ley, pero reafirma su determinación de permanecer fiel pese a las presiones, persecuciones y la cercanía de los malvados.
Ambas lecturas, que dialogan entre sí, destacan la importancia de mantenerse firmes ante las imposiciones externas y de preservar la identidad espiritual aun en tiempos de adversidad, una enseñanza especialmente significativa en la memoria de Santa Isabel, ejemplo de fidelidad, servicio y caridad cristiana.












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