Salmo del día

El salmo de Daniel proclama bendición y alabanza a Dios por su santidad, su gloria eterna y su presencia soberana en el cielo, el templo y toda la creación. Un canto que reconoce su grandeza y poder sin límites.

El Salmo de Daniel proclama la gloria eterna de Dios en la liturgia de este lunes

En la celebración litúrgica de este lunes, la Iglesia proclama un canto tomado del libro de Daniel (3, 52-56), un himno que exalta la grandeza y la majestad de Dios, reconociendo su presencia sobre toda la creación y su señorío eterno.

El salmo responsorial, repetido con la aclamación «A ti, gloria y alabanza por los siglos», invita a los fieles a unir sus voces al cántico de alabanza pronunciado en la antigüedad por los jóvenes hebreos en el horno ardiente, símbolo de fidelidad en medio de la prueba.

Las estrofas del salmo enumeran diversos atributos divinos:

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres», en referencia a la alianza que Dios mantiene con su pueblo.

Bendito tu nombre santo y glorioso», proclamación de su grandeza trascendente.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria», reconociendo su presencia en el culto.

Bendito eres sobre el trono de tu reino», que evoca su dominio universal.

Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos», una afirmación de su poder y sabiduría ilimitada.

Bendito eres en la bóveda del cielo», cierre que enmarca a Dios como creador y señor de todo lo visible e invisible.

El salmo, de tono profundamente contemplativo, sirve como recordatorio de que la alabanza es un acto continuo, más allá de circunstancias personales o colectivas. En la liturgia de hoy, este canto impulsa a los creyentes a elevar su mirada y reconocer la presencia constante de Dios en la historia, la naturaleza y la vida cotidiana.