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Salmo el dia

  • Foto del escritor: Jaime Rodriguez
    Jaime Rodriguez
  • 13 nov
  • 2 Min. de lectura

El salmista proclama la eternidad y fidelidad de la palabra de Dios, fuente de sabiduría y vida. Todo existe por su mandato, y quien la sigue encuentra luz, auxilio y alegría.


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Salmo Responsorial (Sal 118, 89-91.130.135.175)

℟. Tu palabra, Señor, es eterna.

Este salmo es una profunda proclamación de la fidelidad y la sabiduría divina reveladas en la Palabra de Dios. El salmista exalta la estabilidad eterna de los mandamientos del Señor, comparándolos con la solidez del cielo y la tierra. En ellos encuentra fundamento, orden y sentido para toda la creación: “Por tu mandamiento subsisten hasta hoy, porque todo está a tu servicio”.


Cada versículo refleja una relación íntima entre el creyente y Dios a través de su Palabra. “Tu palabra, Señor, es eterna” no solo expresa permanencia, sino también confianza: la certeza de que, aun cuando todo cambia, Dios permanece fiel. En un mundo de incertidumbre, su Palabra es roca firme, guía segura y fuente de consuelo.


El salmista también reconoce que la Palabra ilumina e instruye. “La explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes”. No se trata de un saber humano, sino de una sabiduría espiritual que da discernimiento y transforma el corazón. La luz de Dios no solo aclara la mente, sino que orienta los pasos hacia el bien.


La súplica “Haz brillar tu rostro sobre tu siervo” expresa el deseo de experimentar la benevolencia divina. El rostro de Dios que brilla es símbolo de su presencia, gracia y misericordia. Quien vive según sus mandamientos experimenta su cercanía y recibe su auxilio en los momentos de dificultad.


Finalmente, el salmo culmina con una actitud de adoración: “Que mi alma viva para alabarte”. El creyente reconoce que la vida tiene sentido solo cuando se orienta a la alabanza y al servicio de Dios. Su deseo no es solo comprender las leyes divinas, sino vivir conforme a ellas, sostenido por la fidelidad del Señor.


Reflexión:

Este salmo nos invita a renovar nuestra confianza en la Palabra de Dios, que no pasa ni se contradice, sino que sostiene el universo y renueva el alma. Escucharla y meditarla cada día nos hace más sabios, más fuertes y más libres.


℟. Tu palabra, Señor, es eterna.

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