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Santo del dia

  • Foto del escritor: Jaime Rodriguez
    Jaime Rodriguez
  • 9 oct
  • 2 Min. de lectura

John Henry Newman, teólogo inglés, dejó el anglicanismo y abrazó la fe católica tras años de búsqueda y oración. Su vida de integridad y pensamiento profundo lo llevó a la canonización en 2019.


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San John Henry Newman — 9 de octubre

De las sombras a la verdad: el viaje interior de un gigante de la fe

“Las grandes obras llevan su tiempo”, escribió John Henry Newman, y su vida fue un testimonio vivo de esa convicción. Nacido en Londres en 1801, en una familia de clase media, experimentó a los quince años un profundo encuentro con Dios que marcó el rumbo de su existencia. Brillante estudiante de Oxford, eligió el sacerdocio en la Iglesia de Inglaterra, renunciando a los honores mundanos por una vida de entrega espiritual. En Oriel College, donde enseñaba y era tutor, descubrió en los Padres de la Iglesia una fe viva, profunda y coherente que encendió en él una inquietud interior: ¿podía la Iglesia anglicana reflejar esa plenitud?


En 1833, tras una grave enfermedad en Sicilia, Newman sintió que Dios lo llamaba a una misión: “No moriré… tengo un trabajo que hacer en Inglaterra”. De regreso a su país, lideró el Movimiento de Oxford, buscando renovar la Iglesia anglicana desde dentro, rescatando su espíritu original. Sin embargo, su estudio y oración lo empujaban cada vez más hacia la verdad católica, aunque le costara su reputación y amistades. “Todo el hombre se mueve”, escribió, y en 1845, tras un largo discernimiento, publicó su obra Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana, donde defendió que la fe no cambia, sino que crece, como un organismo vivo. Ese mismo año, Newman pidió ser recibido en la Iglesia Católica.


Su conversión lo aisló, pero también lo liberó. Fue ordenado sacerdote en Roma y se unió al Oratorio de San Felipe Neri, llevando su espiritualidad a Inglaterra. Dedicó su vida al servicio pastoral, a la educación —fundando una universidad católica en Dublín— y a la defensa intelectual de la fe. Su Apologia Pro Vita Sua (1864) sigue siendo una joya literaria y un testimonio de integridad espiritual.


En 1879, el Papa León XIII lo nombró cardenal, reconociendo su santidad y sabiduría. Escogió como lema “Cor ad cor loquitur” —“El corazón habla al corazón”—, expresión de su fe íntima y razonada. Murió en 1890, después de una vida guiada por la “Luz amable” a la que había entregado su alma. Canonizado por el Papa Francisco en 2019, Newman sigue siendo un faro para quienes buscan la verdad con mente abierta y corazón fiel.

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