Santo del dia
- Jaime Rodriguez
- 3 nov
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San Martín de Porres, dominico limeño del siglo XVII, destacó por su humildad, caridad y amor por los pobres y enfermos. Llamado “el Santo de la escoba”, dedicó su vida al servicio, la justicia social y la misericordia.

San Martín de Porres, el “Santo de la Escoba” que hizo de la caridad su ciencia y de la humildad su grandeza
Lima, Perú — 3 de noviembre de 2025 — Hoy la Iglesia Católica celebra la festividad de San Martín de Porres, religioso dominico peruano del siglo XVII, recordado en todo el mundo por su profunda humildad, su servicio a los pobres y enfermos, y su ejemplo de fraternidad universal que trascendió barreras de raza y condición social.
Nacido en Lima en 1579, hijo del noble español Juan de Porres y de la mujer afrodescendiente Ana Velázquez, Martín creció en un entorno de pobreza y desigualdad racial. A pesar de su origen humilde y su condición de hijo ilegítimo —que le impidió ser aceptado como fraile pleno en un inicio—, ingresó al Convento del Rosario como “donado”, dedicándose a los oficios más sencillos: barrer, cocinar y atender enfermos. Su entrega absoluta al servicio de los demás le valió el sobrenombre de “El Santo de la Escoba”.
San Martín fue mucho más que un servidor fiel: poseía conocimientos de medicina natural aprendidos en su juventud en el barrio de Malambo, donde convivió con pueblos indígenas y afrodescendientes. Curaba a enfermos con hierbas, bálsamos y oraciones, y su enfermería se convirtió en refugio de los más necesitados durante epidemias y crisis. Su compasión no conocía límites: socorría a esclavos, huérfanos, ancianos y animales abandonados, convencido de que toda criatura era obra de Dios.
De su vida se desprenden anécdotas que reflejan una santidad extraordinaria. Se cuenta que ofreció ser vendido como esclavo para ayudar a su convento en tiempos de penuria, y que poseía el don de la bilocación, apareciendo simultáneamente en distintos lugares para asistir a moribundos o necesitados.
Fray Martín fundó, con el apoyo de benefactores, el Asilo y Escuela de Santa Cruz, destinado a educar a niños pobres y a ofrecer oficios a quienes vivían en la calle. Su humildad era tan profunda que remendaba su hábito hasta que se deshacía, afirmando: “En la religión no desdicen los paños pobres, sino las costumbres sucias.”
Murió el 3 de noviembre de 1639, a los 60 años, dejando tras de sí una vida consagrada a la misericordia. En 1962, el papa San Juan XXIII lo canonizó y lo declaró Patrono Universal de la Justicia Social, destacando su ejemplo como pionero del respeto a la dignidad humana y la igualdad entre los pueblos.
Hoy, su figura sigue inspirando a quienes creen que la verdadera grandeza no está en el poder ni en la riqueza, sino en servir con amor. San Martín de Porres, humilde hijo de Lima, sigue siendo símbolo de fraternidad, compasión y justicia social en todo el mundo.












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