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Santo del día

  • Foto del escritor: Jaime Rodriguez
    Jaime Rodriguez
  • hace 7 días
  • 2 Min. de lectura

San Crisógono, soldado romano convertido al cristianismo, evangelizó con firmeza y acompañó espiritualmente a Anastasia. Rechazó renunciar a su fe ante Diocleciano y fue decapitado en Aquilea en el año 303, recordado como mártir del Evangelio.


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La Iglesia recuerda hoy a San Crisógono, mártir de Aquilea, testigo firme de la fe en tiempos de persecución

Este 24 de noviembre, la Iglesia conmemora a san Crisógono, mártir de los primeros siglos del cristianismo, cuya figura se mantiene viva en la tradición como ejemplo de fidelidad inquebrantable frente a la persecución del Imperio romano.


De acuerdo con las fuentes más reconocidas, Crisógono habría sido soldado romano convertido al cristianismo, quien posteriormente se hizo sacerdote. Su nombre aparece también relacionado con Roma, donde algunas tradiciones aseguran que ejerció durante dos años el cargo de Vicario, una posición que lo mantuvo bajo supervisión antes de ser arrestado durante las persecuciones ordenadas por el emperador Diocleciano.


En vez de ser encarcelado, Crisógono fue confinado en la casa del noble Rufino, quien, junto con su familia, abrazó la fe cristiana gracias al testimonio del santo. A él se le atribuye también la guía espiritual de Anastasia, hija de Pretestato y esposa de Publio, célebre por asistir clandestinamente a los cristianos encarcelados. Ambos sostuvieron una correspondencia en la que el mártir la animaba a perseverar en la caridad y en la firmeza de su fe.


El martirio de Crisógono ocurrió en Aquilea, adonde fue enviado por orden imperial. Allí se le ofreció la prefectura y el consulado a cambio de renunciar al cristianismo, propuesta que rechazó. Por ello fue condenado a ser decapitado el 24 de noviembre del año 303 en Acquae Gradatae, a pocas millas de la ciudad, según registran los relatos más extendidos.


Una tradición piadosa añade que su cuerpo fue recuperado del litoral por tres mujeres cristianas —Quione, Agapé e Irene— que le dieron sepultura en una propiedad cercana, conocida como Ad Saltus, donde servían al anciano sacerdote Zoilo.


La figura de Crisógono, no obstante, se encuentra rodeada de variantes históricas. Existen relatos que lo presentan como oriundo de Aquilea y amigo de los también mártires Cancio, Canciano y Cancianila, mientras que otras fuentes lo identifican incluso como un antiguo obispo de Aquilea. Pese a las divergencias entre las tradiciones, los historiadores coinciden en lo esencial: Crisógono murió víctima del odio a la fe cristiana durante la persecución diocleciana.


Hoy, su memoria litúrgica recuerda la valentía de quienes, en los albores del cristianismo, ofrecieron su vida por el Evangelio.

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