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Santo del día

  • Foto del escritor: Jaime Rodriguez
    Jaime Rodriguez
  • hace 2 días
  • 2 Min. de lectura

San Virgilio, obispo irlandés del siglo VIII, evangelizó Baviera y organizó la diócesis de Salzburgo. Pese a tensiones con san Bonifacio y el papa Zacarías por teorías cosmológicas, obedeció y se centró en su misión pastoral, fundando abadías y sirviendo a los pobres


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Perfil del día — 27 de noviembre

San Virgilio, obispo de Salzburgo: pastor, misionero y hombre de ciencia

Este viernes la Iglesia recuerda a san Virgilio, obispo de Salzburgo, una figura singular del siglo VIII cuya vida combinó misión evangelizadora, responsabilidades políticas y una notable curiosidad científica. Nacido en Irlanda alrededor del año 700, Virgilio se formó como monje y llegó a ser abad antes de ser enviado al continente, donde el rey Pipino el Breve impulsó su nombramiento episcopal para reforzar la cohesión del recién integrado Ducado de Baviera.


Su llegada a Alemania no estuvo exenta de tensiones. El nombramiento sin consulta previa provocó el desacuerdo de san Bonifacio, legado pontificio en la región. A ello se sumaron discrepancias doctrinales: Virgilio sostenía teorías cosmológicas avanzadas para su época, como la posible existencia de regiones habitadas al sur del ecuador. Estas ideas, difíciles de armonizar con la interpretación literal de la Escritura entonces dominante, llevaron al papa Zacarías a ordenarle que las abandonara bajo pena de sanciones canónicas.


Obediente y pastoral, Virgilio dejó de lado la controversia intelectual para volcarse de lleno en la organización de su diócesis. Desde Salzburgo —centro de su misión durante la mayor parte de su vida— impulsó la educación religiosa, promovió la caridad, extendió la evangelización hacia Estiria y Panonia, y apoyó la fundación de nuevas abadías como la de San Cándido. En 774 consagró la primera catedral de la ciudad y trasladó allí las reliquias de san Ruperto, su predecesor.


Murió en 784, pero su santidad fue reconocida oficialmente casi cinco siglos después, en 1233. Su legado perdura como el de un obispo incansable, respetuoso de la autoridad eclesial y dotado de una visión intelectual adelantada a su tiempo.

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