Santo del día
- Jaime Rodriguez
- 28 ago
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San Agustín (354–430) pasó de una juventud marcada por placeres y el maniqueísmo a una conversión decisiva en Milán, guiado por San Ambrosio y las oraciones de su madre, Santa Mónica. Fue Obispo de Hipona, gran teólogo y filósofo, autor de Confesiones y La Ciudad de Dios.

Infancia y juventud
Agustín nació el 13 de noviembre del 354 en Tagaste (actual Argelia). Su madre, Santa Mónica, lo educó en la fe católica, aunque él inicialmente no siguió su ejemplo. Fue un joven brillante, apasionado por los placeres, el teatro y las amistades. En Cartago estudió retórica y, a los 19 años, tuvo un hijo, Adeodato, fruto de su relación con una mujer de condición social inferior a la suya. La lectura del Hortensio de Cicerón despertó en él la búsqueda de la sabiduría y la verdad, alejándolo de una vida meramente hedonista.
Búsqueda intelectual y espiritual
Intentó encontrar respuestas en la Biblia, pero en un inicio la consideró poco refinada frente a la literatura clásica. Se interesó por el maniqueísmo, movimiento religioso que proponía una lucha entre el bien y el mal, aunque pronto se sintió insatisfecho. Abrió una escuela de gramática en Tagaste y luego se trasladó a Roma en 382, donde mantuvo vínculos con maniqueos. En 384, alcanzó gran prestigio como catedrático de Retórica en Milán, pero seguía inquieto en su interior.
Conversión
En Milán conoció al obispo Ambrosio, cuyos sermones lo impactaron más allá de su interés retórico inicial. Allí también estuvo acompañado por su madre, que rezaba insistentemente por su conversión. Aunque leyó a filósofos griegos y admiraba el ascetismo cristiano, aún dudaba. Todo cambió en el verano del 386, cuando, entre lágrimas, escuchó una voz que le decía: “¡Toma y lee!”. Abrió entonces la Carta a los Romanos (13,13-14) y se sintió llamado a cambiar de vida. Fue bautizado en la Pascua del 387 por Ambrosio, junto a su hijo Adeodato. Poco después, en Ostia, falleció su madre Mónica.
Vida religiosa y episcopado
De regreso a África, fundó en Tagaste su primera comunidad monástica. En el 391, fue ordenado sacerdote en Hipona casi por aclamación popular, y más tarde fue nombrado Obispo de Hipona, cargo que ocupó hasta su muerte en el 430. Su labor pastoral combinó estudio, predicación, controversias teológicas y acompañamiento espiritual.
Obra y legado
Agustín dejó una huella inmensa en la teología y la filosofía occidental. Supo integrar fe y razón, reflexionando sobre la libertad, la gracia, la Trinidad y la ciudad de Dios. Sus obras más influyentes incluyen:
Las Confesiones: relato autobiográfico y espiritual.
La Ciudad de Dios: reflexión sobre la historia y la providencia divina.
Sobre la Trinidad y El libre arbitrio, entre otras.
Frases célebres
“Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón no descansa hasta que repose en ti.” (Confesiones I,1,1)
“No salgas fuera, entra en ti mismo: en el hombre interior habita la verdad.” (La verdadera religión 39,72)
“Nadie puede atravesar el mar de este siglo si no es llevado por la cruz de Cristo.” (Comentario al Evangelio de San Juan 2,2)
Fuentes papales
Tanto Benedicto XVI como Francisco han resaltado la actualidad de San Agustín en sus catequesis y homilías, destacando su pasión por la verdad y su testimonio de conversión (enlaces oficiales del Vaticano: 2007–2013).
También se celebra:
S. Hermes, mártir en la via Salaria antigua
Fuentes: Vatican News. (2025, 28 de agosto). San Agustín, obispo de Hipona y doctor de la Iglesia. https://www.vaticannews.va/es/santos/08/28/s--agustin--obispo-de-hipona-y-doctor-de-la-iglesia.html












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