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Santo del día

  • Foto del escritor: Jaime Rodriguez
    Jaime Rodriguez
  • 6 nov
  • 2 Min. de lectura

San Leonardo de Limoges, noble del siglo VI, renunció a los honores para servir a Dios. Liberó prisioneros y fundó un monasterio que hoy es parte del Camino de Santiago. Ejemplo de humildad, libertad y fe.


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“San Leonardo, eremita y libertador de cautivos”

Memoria de san Leonardo – 6 de noviembre

San Leonardo de Noblac, conocido también como san Leonardo de Limoges, vivió en el siglo VI y es recordado como uno de los grandes eremitas de la Iglesia y patrono de los prisioneros y cautivos. Nacido en una familia noble de la región de Limoges, Francia, Leonardo recibió una sólida formación cristiana y mostró desde joven un espíritu de humildad y servicio.


Durante su juventud, fue discípulo del arzobispo san Remigio de Reims, a quien acompañó en obras de caridad, especialmente en la liberación de prisioneros de guerra. A diferencia de otros nobles de su tiempo, Leonardo rehusó los privilegios de la corte y eligió una vida de oración, penitencia y entrega al prójimo.


Con el tiempo, se retiró a vivir como ermitaño en los bosques de Limoges, donde llevó una existencia austera, dedicada a la contemplación y al servicio de los necesitados. Su fama de santidad y sus gestos de compasión atrajeron a numerosos discípulos, por lo que el rey Clodoveo le concedió tierras para fundar un monasterio en Noblac (hoy Saint-Léonard-de-Noblat). Este lugar se convirtió en un centro espiritual y de acogida para los peregrinos, y siglos más tarde sería una etapa importante en el Camino de Santiago.


San Leonardo fue considerado intercesor de los prisioneros y de quienes sufrían cualquier forma de esclavitud o injusticia. En toda Europa se difundió una gran devoción hacia él, con iglesias, ermitas y hospitales dedicados a su nombre. Su figura encarna la misericordia activa y el amor liberador del Evangelio.


Murió en torno al año 559, dejando tras de sí una huella de caridad y esperanza que perdura hasta hoy. Su ejemplo invita a los creyentes a vivir la libertad interior que nace de la fe y a trabajar por la liberación de todo aquello que oprime al ser humano.


San Leonardo, eremita y patrono de los cautivos, ruega por nosotros.

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