Santo del día

El salmo clama a Dios en medio de enemigos numerosos. Aunque otros dudan de su protección, el salmista proclama que el Señor es su escudo, lo escucha y lo sostiene. Por eso no teme y pide nuevamente ser salvado.

El Salmo 3 resuena como un llamado a la confianza en medio de la adversidad

Jerusalén. — El Salmo 3, una de las plegarias más conocidas atribuidas al rey David, fue proclamado hoy como Salmo Responsorial, destacándose por su mensaje de confianza absoluta en la protección divina aun en momentos de amenaza extrema.

El texto, que recoge la voz de un creyente rodeado por enemigos y presiones externas, inicia con un lamento claro: “Cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí”, expresión que refleja un escenario de peligro inminente y sensación de desamparo. Según la tradición bíblica, el salmo habría sido compuesto en un contexto de huida y persecución.

A pesar del tono inicial, la plegaria introduce un giro de esperanza al afirmar que es el Señor quien actúa como “escudo y gloria”, sosteniendo y levantando la cabeza del afligido. Este contraste entre amenaza y protección convierte al salmo en un testimonio profundo de fe frente a la incertidumbre.

Uno de los versos más citados —“Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene”— destaca la serenidad interior alcanzada gracias a la confianza en Dios, incluso cuando “un pueblo innumerable” rodea al orante. La proclamación culmina con una invocación directa: “Levántate, Señor; sálvame, Dios mío”, un llamado que sintetiza la súplica del creyente ante la adversidad.

Con su estribillo «El Señor me sostiene», el Salmo 3 reafirma hoy un mensaje de seguridad espiritual y fortaleza interior, invitando a los fieles a mantener la fe incluso en tiempos de tensión y peligro.