Santo del dia
- Jaime Rodriguez
- 12 nov
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San Josafat Kuncewicz, obispo y mártir, dedicó su vida a la unidad entre católicos y ortodoxos. Fiel al rito oriental y al Papa, defendió la comunión con Roma y murió por su fe.

San Josafat Kuncewicz, obispo y mártir (12 de noviembre)
San Josafat Kuncewicz nació en 1580 en Volodymyr, en la actual Ucrania, dentro de una familia profundamente ortodoxa. Desde joven fue enviado a Vilna (Lituania) para dedicarse al comercio, pero allí se vio envuelto en las tensiones religiosas de su tiempo entre los ortodoxos rutenos que habían aceptado la unión con Roma —los llamados uniatas— y aquellos que se oponían a ella. Tras una intensa búsqueda espiritual, Josafat decidió unirse a la Iglesia greco-católica, convencido de que la unidad con el Papa no implicaba renunciar a las tradiciones orientales.
Ingresó en el monasterio basiliano de la Santísima Trinidad, donde llevó una vida austera de oración, estudio y silencio. Profundamente influido por los Padres de la Iglesia, escribió varias obras teológicas defendiendo la comunión primitiva entre Roma y las Iglesias orientales, y promoviendo la reforma monástica, la disciplina clerical y el celibato sacerdotal.
Su profunda espiritualidad lo llevó del retiro a la acción pastoral. Fundó monasterios, fue obispo de Vitebsk y más tarde arzobispo de Polotsk (1618). Desde ese cargo trabajó incansablemente por la unidad de los cristianos, manteniendo el rito eslavo y las tradiciones litúrgicas orientales, pero siempre en fidelidad al Papa. Esa postura le valió tanto seguidores como enemigos: los opositores lo acusaban de “secuestrar almas” de la Iglesia ortodoxa.
En medio de un contexto político y religioso convulso —la Rutenia bajo dominio polaco y las presiones del patriarcado de Moscú—, Josafat se convirtió en símbolo de la unidad en la diversidad. Su firmeza ante la violencia anticatólica le costó la vida: fue asesinado el 12 de noviembre de 1623 por una turba hostil en Vitebsk, mientras intentaba proteger a sus fieles y evitar un derramamiento de sangre.
Canonizado en 1867 por el papa Pío IX, San Josafat es venerado como mártir de la unidad de la Iglesia. Su ejemplo recuerda que la verdadera comunión no se impone, sino que se construye con fidelidad, diálogo y caridad.
Oración:
Señor, que concediste a San Josafat Kuncewicz la gracia de derramar su sangre por la unidad de tu Iglesia, haz que, por su intercesión, podamos trabajar con amor y humildad por la reconciliación de todos los creyentes en Cristo. Amén.












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